En las últimas semanas, los informes han vinculado al delantero del Atlético de Madrid Julian Álvarez con un posible traslado a Barcelona en el verano de 2026.
Sin embargo, el delantero argentino ahora ha vertido agua fría sobre esos rumores, dejando en claro que no está prestando atención a la transferencia de charlas.
Álvarez, hablando con ESPN, se apresuró a descartar la especulación.
“Estoy muy tranquilo. Siempre se habla, pero la verdad es que la temporada está comenzando ahora. Mi enfoque es mejorar todos los días, ganar para el Atlético.
“Eso es lo único en mi mente … las historias de las redes sociales están más allá de mí”, dijo.
A pesar de sus comentarios, Alvarez continúa siendo admirada por el presidente de Barcelona, Joan Laporta, quien, según los informes, ve al jugador de 25 años como la firma de los sueños para 2026.
LaPorta lo ha estado siguiendo de cerca desde sus días en el Manchester City, cuando Barça Ya mostró interés en el delantero en 2024.
No sucedió ningún movimiento entonces, pero la admiración nunca se ha desvanecido.
Realidad de la situación financiera de Barcelona
El desafío para Barcelona no es el talento de Álvarez, sino su precio. El Atlético ha atado su estrella a un contrato hasta 2030, con una asombrosa cláusula de liberación de € 500 millones.
Las fuentes del club han insinuado que solo considerarían ofertas al norte de 200 millones de euros, lo que complica cualquier persecución.
El Atlético también ve a Álvarez como la figura central de su proyecto a largo plazo, lo que significa que no tienen necesidad financiera de vender. Eso deja a Barcelona frente a una ecuación casi imposible.
Con las deudas aún reestructuradas y los estrictos límites salariales de La Liga en juego, un acuerdo de esta magnitud requeriría sacrificios importantes, como vender jugadores clave o cortar drásticamente la factura salarial.
Aún así, el nombre de Álvarez no desaparecerá de la agenda de Barcelona. La admiración de Laporta por el delantero es bien conocida, y si el panorama financiero mejora para 2026, podría convertirse una vez más en el objetivo principal del presidente.