El portero de Barcelona, Inaki Pena, se enfrenta a un punto de inflexión crítico tanto en su carrera como en su vida personal, según lo informado por el deporte.
El jugador de 26 años no ha aparecido en un partido competitivo desde el 18 de enero, cuando comenzó contra Getafe. Desde entonces, ha sido completamente dejado de lado, y con solo un juego restante en la temporada, hay pocas indicios de que Hansi Flick lo recurrirá.
Lo que comenzó como un problema disciplinario menor parece haber descarrilado su posición dentro del escuadrón.
Según fuentes cercanas al vestuario, Pena llegó tarde a una reunión previa al partido antes de la semifinal de la Supercopa española, y a partir de ese momento, el cuerpo técnico perdió confianza.
Futuro incierto
Con un contrato que se ejecuta hasta 2026, el futuro de Pena parece cada vez más incierto. A pesar de tener un salario modesto, poco más de 2 millones de euros por año, todavía ha demostrado ser un obstáculo para los clubes interesados, particularmente aquellos en La Liga con estructuras salariales limitadas.
Mientras Barça Estaría abierto a facilitar su salida para aliviar la factura salarial, la posibilidad de recibir una tarifa de transferencia prácticamente se descarta.
Las luchas de Pena van mucho más allá del campo. Recientemente ha sufrido un período profundamente emocional, lidiando con la muerte de su padre después de una larga enfermedad, seguida de cerca por el nacimiento de su primer hijo.
A pesar de estos desafíos, Pena está decidida a revivir su carrera. Quiere un proyecto en el que pueda ser un claro portero de primera elección, y su agente está explorando activamente opciones.
Clubes como Sevilla, Valencia y Celta Vigo han mostrado interés, pero la realidad financiera es difícil: pocos equipos en España pueden acomodar su salario actual.
Incluso existe la posibilidad de que Barcelona pueda prestarlo hasta que expire su contrato, un movimiento que ayudaría tanto al club como al jugador.
Pena tiene tiempo de su lado, pero está claro que necesita un cambio de escenario para redescubrir su mejor forma. Para Barcelona, facilitar su salida podría ser un gesto humano y práctico.